Cuando hablamos de inclusión financiera lo primero que puede venir a tu mente son tarjetas de crédito, sucursales o cajeros automáticos; sin embargo eso es sólo una parte.
Los servicios financieros son más que sólo sucursales o créditos, también deben ser consideradas las cuentas de ahorro, inversiones, ahorros para el retiro y seguros.
Gracias a la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (2015) podemos darnos cuenta que en términos generales, en México si ha existido una evolución en este ámbito. Por ejemplo en el año 2012 el 44% de los adultos mexicanos no contaban con algún servicio financiero, tres años después (2105) la cifra bajó a 32%.
Estos avances son fruto del trabajo de diversas instituciones, entre ellas se encuentran las cooperativas de ahorro y préstamo.
Las cajas populares se han caracterizado por llevar servicios financieros a quienes más lo necesitan, sobre todo en comunidades rurales donde es complicado tener una cuenta de ahorro formal y resulta casi imposible tener acceso a un crédito.
Según cifras del Reporte de Inclusión Financiera (2016) que elabora el Consejo Nacional de Inclusión Financiera, al cierre del 2013 se contabilizaron 25 mil créditos otorgados por sociedades de ahorro y préstamo en zonas rurales, tan sólo de enero a junio del 2015 ya sumaban 38 mil.
Un viejo dicho sugiere que los números son fríos, pero cuando hablamos de estadísticas donde queda demostrado que la penetración financiera va por buen camino, hablamos de números cálidos, de esos que dan una esperanza con miras al futuro financiero de los más necesitados.
Fuente: Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, 2015
